Cuando la justicia no coincide con el sentido común

Quiero aprovechar este humilde “balcón” para expresar mi opinión personal sobre la sentencia que se ha dictado contra Ramón, el alcalde de Somontín, su suegro Juan y Ramón G. y trasmitir mi apoyo a los tres afectados y a sus familias, que sin duda están sufriendo en estos días.

Cuando la justicia no coincide con el sentido común, o bien hay un problema con la ley o con quien la imparte. Y cuando esto ocurre, las sentencias acaban siendo injustas, sufriendo las consecuencias gente sensata.

En general, las leyes están para protegernos de los abusos, de las actuaciones arbitrarias del poder y para evitar daños, ya sea a las personas particulares o al bien común. Esto, en los pueblos pequeños como Somontín, forma parte de la justicia natural, no escrita, pero aplicada y respetada por la mayoría. Se trata, simplemente, de utilizar el sentido común para resolver los asuntos, intentado beneficiar al que algo pide, siempre que no se perjudique a nada ni a nadie. Ha colaborado siempre con este fin la figura del Juez de Paz, hasta no hace mucho Antonio el Cañete, que ya nos dejó, alguien del pueblo bien conocedor de su idiosincrasia que ayudaba a resolver la mayoría de los conflictos sin saber de códigos ni decretos pero con mucho talento.

Ahora su señoría no ha actuado así y ha dictado una sentencia condenatoria por tres delitos:

  • Uno a Juan y Ramón G. con un año de cárcel y 4.500 € de multa a cada uno de ellos por un delito contra la ordenación del territorio por construir una “casa unifamiliar” en un paraje rústico donde sólo se pueden construir un local para uso agrícola.
  • Otro a Ramón, el alcalde, con siete años de inhabilitación para cargo público, por prevaricación al haber autorizado a la empresa suministradora de agua a instalar el suministro en esa vivienda unifamiliar sabiendo que era ilegal.
  • Y un tercero de nuevo a Ramón, con nueve meses de inhabilitación para cargo público, por la omisión del deber de perseguir delitos al no haber denunciado a Juan y a Ramón G. por haber construido la “vivienda unifamiliar”.

Quizá su señoría se ha confundido y ha imaginado que la huerta de Somontín está urbanizándose descontroladamente y que nuestro alcalde está colaborando para llenar el bolsillo propio y ajeno. Quizá los denunciantes buscan la justicia y el bien de todos los somontineros. Quizá los que han alentado para que este asunto prosperase creen que su hazaña será reconocida por el pueblo…

… Quizá el tiempo ponga a cada uno en su sitio.

Conociendo nuestro pueblo y a los condenados por este asunto, no puedo más que manifestar mi indignación con todo lo que rodea a este caso y que ha acabado en esta sentencia que me hace perder la fe que me quedaba en la justicia. Porque, además, ni se trata de una vivienda unifamiliar, y sigue estando en discusión en qué fecha se realizó la primera construcción.

Para acabar, si yo hubiese estado en el lugar de Ramón hubiese actuado de la misma forma, porque ningún daño se ha causado con ello, y responde a cómo se hacen las cosas en Somontín y en multitud de pueblos como el nuestro, por lo que no puedo más que manifestar mi solidaridad y mi apoyo a él y su familia, de igual forma que a Juan y a Ramón G. y a sus familias.

Ramón Navío (Cardedeu – Barcelona)