Autor: José Navío Sánchez, Pepe "el Nano" - Fecha: 8 de enero de 2012
Aprendiendo solfa
Cuando tenía 17 años mi hermano Juan y yo nos apuntamos a la música en lo que fue el principio de la Banda de música de Gervasio el Civil. Era el año 1943 y Gervasio el Civil se decidió a formar una nueva banda de música. Yo empecé cuando unos pocos ya llevaban unos cuantos meses dando solfa. Pronto fuimos 10 ó 12 y al final acabamos más de 25. Pagábamos todos algo, pero poco, y el ayuntamiento le pagaba a Gervasio el Civil 3.000 pesetas al año por enseñarnos la música.
Cuando me faltaba poco para acabar el solfeo cogí una pulmonía y en el tiempo que tardé en curarme Gervasio el Civil venía a mi casa a tomarme la lección y así pude acabar el método de solfeo de Eslava. No todos lo acabaron aunque todos aprendimos lo necesario.
El Ayuntamiento de Somontín era propietario de algunos instrumentos de la banda anterior y yo iba a quedarme con un saxofón, pero al final no me lo quedé. Ese saxofón se lo quedó el director, Gervasio el Civil para su hijo Gervasio, pero como este no acabó de entrar en la banda, fue José el de Paula quien finalmente se quedó con él, pagándole al director lo que acordaron. Juan Cates, que tocaba el saxofón en la banda de don Juan Varela, vivía en Madrid y se dedicaba a la música en una banda del ejército o de la guardia civil, no recuerdo bien. Mi padre habló con él y me mandó una trompeta de segunda mano que estaba en muy buen estado. A partir de ahí empecé a aprender a tocar ese instrumento.
Aprendimos solfa y empezamos a tocar en la Academia, que era la casa de José García, en el callejón de la Plaza del Santo. Después, cuando se acabó de construir el ayuntamiento, nos trasladamos a los bajos, un local amplio donde ensayamos a partir de entonces y hasta el final de la banda.
Los que tocamos en la Banda de Música de Gervasio el Civil
Acabamos formando la banda un buen grupo de jóvenes del pueblo. Me acuerdo de los siguientes:
- Director: Gervasio del Civil
- Bombardinos: Manuel Acosta, Baldomero el Rulo (hijo de Gervasio), José el Calabazas
- Fiscorno: José Portaz, Juan Guaracha, Juan Reche, el hijo de Alberto Belén
- Clarinetes: Luis Nena, Gervasio el Sacristán, Juan Nano, Joaquín Jorquera, Antonio Acosta, Manuel el Ronquillo, Juan Antonio Fernández
- Trompetas: Antonio Pérez, Luis Cocón, Pepe el Nano
- Saxofones: José el de Paula, José el Negrito
- Bajo: José García
- Bombo: Juan Lucas
- Platillos: Juan Galera, Juan Lucas (junto con el bombo)
- Trombón: Juan Pepa
- Trompa: Ramón Clara
- Requinto: Trinidad Padilla
- Redoblante: el hijo de Miguel el Furriel, que murió pronto y era muy querido por todos.
Hasta que empezamos a tocar, íbamos todos los días a aprender la solfa y los instrumentos. Cuando empezamos a tocar, ya sólo ensayábamos las semanas antes de cada concierto.
Gervasio el Civil era maestro de todos los instrumentos. Sabía tocarlos todos y nos enseñó a tocar a cada uno el suyo. Era un maestro estricto que hacía que todos cumpliésemos con nuestro cometido. Me acuerdo de las miradas que nos echaba cuando alguno nos equivocábamos en los ensayos. No hacía falta decir nada. Con constancia consiguió que entre todos formásemos una gran Banda de Música.
12 concertos al año y música en las procesiones
Teníamos acordado con el Ayuntamiento de Somontín tocar 12 conciertos al año, más o menos uno al mes y si había fiesta importante, ese día, como por ejemplo el día del Señor (Corpus Christie).
Los conciertos se hacían en la plaza del santo y venía todo el pueblo a escucharnos y también gente de los pueblos de alrededor.
La banda también acompañaba todas las procesiones de las festividades religiosas: San Sebastián, Santa Inés, Semana Santa, día del Señor, Virgen del Rosario,…
También tocábamos 5 veces la Aurora al año (aunque sólo recuerdo 4 festividades). Antes de hacerse de día tocábamos los días de: la Asunción (15 de agosto), la Virgen del Rosario (7 de octubre), la Virgen del Pilar (12 de octubre) y la Purísima (8 de diciembre). Al principio tocábamos la Aurora toda la Banda, aunque después sólo éramos unos cuantos músicos los que lo hacíamos.
Como San Sebastián y Santa Inés eran las fiestas más grandes, también tocábamos la Diana, siempre buscando que nos abriesen la puerta para que nos convidaran. Más de una vez alguno se pasó con el chimichurre y el vino del país.
Otro momento en que tocábamos eran los entierros. Normalmente eran familiares de los músicos, que se hacía sin cobrar. En alguna ocasión se tocó por encargo cobrando algo, aunque eso fue la excepción.
El Ayuntamiento pagaba 3.000 pesetas para el director y otras 3.000 para todos los músicos. Tocábamos a unos veinte duros que, incluso cuando estábamos en la mili, el tío Gervasio el Civil nos lo mandaba a través de los padres. Normalmente el dinero que cobrábamos los músicos nos lo gastábamos en farras ya que todos éramos muy jóvenes y teníamos ganas de fiesta. El sitio de reunión habitual era la Cueva de los Leoneses en el Barrio Santo, cuando no era en la casa o cortijo de alguno de los músicos.
Cuando acompañábamos la procesión, mientras se preparaban los santos, al acabar la misa tocábamos un pasodoble. Salíamos a la puerta del medio día de la iglesia y recibíamos a los santos con la marcha real (el himno nacional). Continuábamos con un par de marchas de procesión detrás de los santos. Al llegar a la plaza del santo la procesión hacía un descanso y se volvía a tocar otra pieza, normalmente otro pasodoble. Se continuaba acompañando con la marcha de procesión hasta la iglesia y se volvía a tocar otro pasodoble al recogerse la procesión. Desde allí íbamos a convidarnos tocando un pasacalles.
Un año fuimos a tocar a Lúcar a unas fiestas. Recuerdo que el cura de Somontín y Lúcar era el mismo, don José María Marín Miras, que después acabó dejando el sacerdocio y casándose en Olula del Río. Iba don José María a dar el sermón en la plaza del pueblo y se subió al balcón de una de las casas. Tal fue la emoción del sermón que el cura acabó cayendo a la calle acabándose la fiesta. De allí se lo llevaron a Somontín, que era donde vivía en casa de Dolores la Prisca. Por poco no se mató, aunque estuvo mucho tiempo cojeando.
Teníamos un repertorio de piezas muy grande. Quizá las más destacadas eran: El gato montés, En er mundo, Las Islas Canarias, La leyenda del beso y para finalizar los conciertos, El Sitio de Zaragoza, con la que dejábamos a todos con la boca abierta.
Poco a poco las ocupaciones de cada uno de los músicos hicieron que la banda fuese menguando aunque no fue hasta que enfermó y murió Gervasio el Civil cuando acabó de disolverse.
Después fuimos tocando de vez en cuando y a mediados de los 70 nos reunimos los músicos que estábamos en el pueblo y volvimos a tocar por última vez. Quizá esta despedida animó a que José Portaz volviese a formar una nueva banda.
Fueron unos 25 años en los que la música acompañó gran parte de los acontecimientos del pueblo. Nosotros, los músicos, lo pasábamos bien mientras todo el pueblo disfrutaba de lo lindo.