Desde la Plaza del Santo llegamos al Barrio Santo y nos encontramos con el Juego de Pelota, antiguo frontón, convertido en pista polideportiva cubierta. Allí se vivieron tardes memorables en la década de los 40 y 50 con reñidos partidos de pelota al más puro estilo vasco (ver el artículo El juego de pelota de Baldormero Oliver).
En este barrio se encuentra la ermita de San Sebastián situada sobre el antiguo cementerio de Somontín y en la cual se encuentran las imágenes de San Sebastián, San Sebastián el Chico (talla de principio del siglo XX) y Santa Inés.
En otros tiempos, era el Barrio Santo un barrio de casas humildes, en su mayoría de una planta, habitadas por labradores y peones del campo, igual que el de Triana al que se llegará más tarde en el extremo opuesto de Somontín.
Ahora, sin embargo, ha sido una de las zonas de expansión natural del pueblo y se encuentra lleno de casas nuevas, algunas de ellas de imponente tamaño.
Entre sus calles estrechas se puede ver todavía alguna cueva usada como corral para los animales o, incluso, formando parte de alguna casa.
Atravesando el barrio en la dirección en la que veníamos desde la plaza del Santo llegaremos a la circunvalación que separa del nuevo barrio de las piscinas.