Mudéjares, moriscos y cristianos viejos

Desde el momento de la conquista, los musulmanes sometidos que permanecieron habitando las tierras conquistadas, el caso de Somontín, se llamaron mudéjares. Tal como consta en las Capitulaciones para la entrega de Granada firmadas entre los Reyes Católicos y el Rey Boabdil “el Chico”, se permitía la continuidad de la religión y de la forma de vida de los moros del Reino de Granada. Esto quedó confirmado para Somontín y Fines, en la merced por la que los Reyes Católicos los entregan en señorío a Alfonso Fernández de Córdova y Montemayor. Esta merced es uno de los documentos en los que se explicita el mantenimiento de estos derechos a los mudéjares.

No obstante, instigados por el Cardenal Cisneros, los Reyes Católicos y sus sucesores fueron publicando varias pragmáticas por las que se fue restringiendo esta libertad religiosa hasta el punto de obligar a bautizarse a todos los musulmanes y a abandonar sus costumbres y formas de vestir. A partir de entonces, los que eran obligados a bautizarse y habían sido musulmanes se les llamó moriscos.

La obsesión represora fue radicalizándose hasta el extremo de castigar a la gente por lavarse en una fuente o por bañarse para casarse, costumbres extendidas entonces entre los moriscos y tan naturales para todos en la actualidad. Esta represión hizo que los moriscos continuasen practicando a escondidas la religión musulmana, aunque participaban públicamente de las celebraciones religiosas cristianas para evitar problemas con el Santo Oficio.

Fue en la década de 1550-1560 cuando se construyó la iglesia parroquial que ha llegado hasta la actualidad. Se trata de una iglesia de planta rectangular con una cúpula central sobre el presbiterio. La nave central se encuentra flanqueada por el lateral sur con tres capillas coronadas en cúpula. La torre, adosada a la cabecera de la iglesia, es de planta cuadrada con 2 cuerpos, coronada por una pequeña cúpula semiesférica cubierta de teja. Cubría el techo de toda la nave central, hasta su destrucción por derrumbe en 1983, un artesonado mudéjar de madera. Puede observarse uno prácticamente igual en la iglesia de Tíjola.

Cuenta una leyenda popular que en el lugar donde hoy se levanta la iglesia había unos enormes pinos que sirvieron para construir las vigas que aguantaban el techo de la iglesia.

En 1568 los moriscos del Reino de Granada con Abén Humeya (Fernando de Córdoba y Valor) al frente se revelaron  en lo que se llamó las Guerras Civiles de Granada o la Rebelión de los Moriscos del Reino de Granada llegando hasta 1571, cuando fueron sofocados por el ejercito de Felipe II que puso al mando a su hermanastro Don Juan de Austria. Aunque algunas propiedades de Somontín como varios molinos, sufrieron daños, la iglesia se mantuvo a salvo, excepción hecha de las campanas que fueron destruidas, tal como consta en el libro de Apeo y Repartimiento.

Al finalizar esta guerra y como castigo todos los moriscos del Reino de Granada fueron expulsados de estas tierras, dejando los pueblos desiertos.

La Señora de Somontín, en aquel momento Doña María Carrillo, viuda de Gaspar Rótulo, se ocupó de repoblar el pueblo en 1572 con gente procedente de la Mancha, cristianos viejos, que ocuparon casas y tierras hasta entonces de moriscos. También se ocupó de que hubiese un párroco y un sacristán.

Durante los primeros años tras la repoblación, en la iglesia se celebraban las reuniones del ayuntamiento, al ser el único edificio público del pueblo.