Los jugadores

Pelotaris. Esta foto me la envió desde Argentina mi amigo de juventud Luis Galera Pérez “el Ramales”, residente en San Rafael de Mendoza – Argentina, para que le nombrase los que aparecemos en la foto, ya que él no se acordaba de todos; él había emigrado con su familia unos días antes de estallar la Guerra Civil. A él se la mandó Juan “Ollas” Catellón Brocal, primo hermano de mi mujer, que aparece en la foto de pie, situado el primero de la izquierda. En este partido hacía de árbitro “el Morenillo”.
Pelotaris. Esta foto me la envió desde Argentina mi amigo de juventud Luis Galera Pérez “el Ramales”, residente en San Rafael de Mendoza – Argentina, para que le nombrase los que aparecemos en la foto, ya que él no se acordaba de todos; él había emigrado con su familia unos días antes de estallar la Guerra Civil. A él se la mandó Juan “Ollas” Catellón Brocal, primo hermano de mi mujer, que aparece en la foto de pie, situado el primero de la izquierda. En este partido hacía de árbitro “el Morenillo”

Somontín 1946 – Partido de pelota

  1. Juan Oliver Cañabete «El Albañil»
  2. Joaquín Vicente Mora «El Perdío»
  3. Joaquín Mora Vicente «El Chimeneas»
  4. Baldomero Oliver Navarro «El Rulo»
  5. Antonio Acosta Brocal «El Faustina»
  6. Antonio Fernández García «El Cano»
  7. José García Vicente «El Morenillo»
  8. Juan Castellón Brocal «Juan Ollas»
  • Juegan en el primer equipo: «El Rulo», «El Albañil» y «El Cano»
  • En el segundo equipo: «El Faustina», «El Chimeneas» y «El Perdío»
  • Actua como árbitro: «Juan Ollas»
  • Como apuntador: «El Morenillo»

Los jugadores de mecas en Somontín eran jóvenes ágiles, rápidos, flexibles, fuertes y muy sufridos, jugaban apasionadamente cada punto del juego, capaces de aguantar cualquier esfuerzo y se entregaban por completo al juego, con tal de conseguir ganar al contrario, la mayoría se dedicaban a los trabajos más comunes de cada época en nuestro pueblo, tales como trabajar en las minas y pozos de talco, o en la agricultura en cualquiera de las épocas del año (siegas, siembras, recogidas de frutos, podas, acarreos, labranzas, etc.) y después o entre una larga jornada de trabajo, que comenzaba con la salida del sol, siempre había un rato para pegarle cuatro mecas a la pelota.

Nuestros antepasados no recibían ni una peseta por jugar a las mecas, no tenían marcas deportivas que les patrocinasen, ni equipaciones cómodas y ligeras, se jugaba con lo que se tenía, esparteñas, alpargatas, zapatillas y en muchos casos descalzos, había que guardar el calzado que se tenía para mejores ocasiones o alargar su duración lo máximo posible, por lo que no se podían permitir el lujo de romper su único calzado jugando a las mecas; los pantalones los que se llevaban puestos en ese momento y la camiseta, en invierno hasta entrar en calor, se jugaba con el jersey o la chaqueta que se llevase y cuando se comenzaba a sudar, pues se iban quitando prendas, hasta quedar en mangas de camisa y en verano, pues a pecho descubierto.

Los jugadores practicaban el juego a mano abierta o desnuda, sin ningún tipo de protección, lo que daba lugar a que al finalizar los partidos, las manos presentasen una inflamación extrema, por lo que no se podían doblar los dedos, ya que éstos sufrían una gran dilatación, tanta, que quedaban insensibilizados al dolor, pero al cabo de un rato comenzaban a enfriarse y a volver a su estado natural.

A lo largo de los dos siglos pasados, hubo en Somontín una gran cantidad de excelentes y buenísimos jugadores de mecas, y aunque voy a ser injusto, puesto que no puedo recordarlos y mencionarlos a todos, sobre todo a los que nacieron en generaciones anteriores y me precedieron, y seguro que también me dejaré de nombrar a alguno de los que destacaron en el juego de las mecas, a partir de la fecha en que fluyen mis recuerdos y que por su gran categoría merecerían estar aquí con letras mayúsculas.

Arrancando desde la década 1920 a 1930, los jugadores más sobresalientes fueron Ezequiel “El Largo”, Pedro “El Chico”, Pedro Pérez, Antonio “El Maestro”, Juan Diego y muchos más, ya que por aquel entonces era el único juego que se practicaba en Somontín.

De 1930 a 1940, los más destacados eran Antonio “El Lacre”, Baldomero “El Rulo” (mi tío), José Mesas “El Calzones”, Juan Pizo (que era hermano del anterior), Joaquín “El Hornero” y Juan «Largo», que también eran hermanos, además de algunos otros.

En la década que va de 1940 a 1950, había una gran cantidad de buenos jugadores, algunos ya desaparecidos y otros todavía en vida, que espero que puedan aportar sabía nueva a este relato cuando lo lean y enviar más datos, para que nuestro juego de las mecas no caiga en el más completo olvido y siga presente de alguna forma en la memoria de los somontineros del presente y del futuro, recuerdo con gran agrado a mis compañeros de encuentros inolvidables, como lo fueron Juan “El Albañil”, Antonio “El Perdío”, Joaquín “El Chimeneas”, Amador “El Chumbelete”, Antonio “El Cano”, Antonio “El Faustina”, y Baldomero “El Rulo” (que escribe estas letras).

Joaquín "el Chimeneas", un buen jugador de pelota,
recientemente desaparecido. (Foto del Autor)
Joaquín «el Chimeneas», un buen jugador de pelota, recientemente desaparecido. (Foto del Autor)

Los años que van de 1950 a 1960 estuvieron dominados por Anselmo Echeverrías, Antonio Acosta, José “El Negrito”, Juan “El Chimeneas” y Antonio “El Gallo”.

A partir de estos años y debido principalmente a la gran emigración que sufre Somontín, donde un gran número de somontineros sale a buscarse la vida en tierras extrañas, como Alemania principalmente, Francia, Suiza y Luxemburgo, y por otro lado con la salida de muchos jóvenes de Somontín a estudiar fuera del pueblo, primeramente a Almería y Huércal Overa, y más tarde a otros lugares de la geografía española, donde comenzaron a introducir y dar entrada, incorporar e implantar un nuevo deporte para nosotros, hoy en día muy conocido y popular, ni más ni menos que el fútbol, que curiosamente los niños practicaban en el juego de pelota, ya que no tenían campo de fútbol, colocaban dos piedras en cada lado del juego pelota y ya estaban hechas las porterías y a meter goles, que era menos duro que pegarle mecas a la pelota, y aquí se inicia la decadencia del juego pelota y de las mecas, que poco a poco dejó de existir y pasó a mejor vida, transformándose hoy en día en un almacén o sala municipal, tras haber sido tapiado y techado totalmente, de esta manera el juego de las mecas quedó sepultado, acabando por desaparecer totalmente de nuestro querido pueblo; aunque esta reforma ha mantenido y mejorado las condiciones para jugar a las mecas, apenas se usa para este menester, ya que actualmente se utiliza más para actos sociales, o para jugar a otro deporte totalmente nuevo, de hace muy poco: el frontenis.

Quiero hacer mención a otra parte importante de las mecas, como lo fueron los árbitros y los apuntadores, y entre éstos recuerdo a Amador “El Chico”, el tío Juan Domene», Amador “El Sardinero”, que también fue un gran jugador, Juan “Ollas”, José “El Morenillo”, etc.