¿Estuvo Cervantes en Macael y Laroya y otros pueblos del Almanzora en el año 1594?

Publicado en La Voz de Almería. Autor: Juan Grima. Fecha de publicación: 17/03/1990

Me han pedido que escriba de vez en cuando algunas notas de las cosas que investigo sobre el Valle del Almanzora y la comarca de Vera. Me parece bien, me agrada colaborar, pero el problema es el tiempo. De ahí que no me comprometa a nada, aunque bien es verdad que en aquellos momentos en que tenga huecos, me complacerá la posibilidad de escribir artículos desenfadados, sugerencias, reseñas y otros tipos de aportaciones que redunden en un mejor conocimiento de los aspectos culturales de esta provincia. Con este propósito voy a intentar plantear hoy un tema que puede ser polémico, como es la «probable estancia» durante un par de días de Miguel de Cervantes en nuestra tierra. Este asunto, no recogido en los Anales de Almería, no es la primera vez que se plantea. Ya en el año 1935 el insigne historiador de Cuevas del Almanzora, don Miguel Flores González Grano de Oro (1), sacaba el tema a la luz en una revista de literatura que se editaba entonces en Almería, llamada «Voluntad», y del mismo se hicieron eco otros periódicos de la provincia como el semanario «El Censor» de Cuevas del Almanzora, de 23 de diciembre de 1935.

El artículo mencionado se titulaba «¿Miguel de Cervantes Saavedra en la provincia de Almería?», y a la postre no fue contestado por ningún otro erudito de la época, como a veces solía suceder. Desde entonces, esta primera tentativa de relacionar a Cervantes con Almería ha caído en saco roto, pero puede ser el momento de revivirla.

Grano de Oro, para demostrar su hipótesis aportó un documento procedente del Archivo General de Simancas y existente en la Sección de Contaduría Mayor de Hacienda. El documento – que efectivamente se halla allí – está fechado a 9 de septiembre de 1594, y nombra junto a Miguel de Cervantes a cuatro pueblos de Almería: Laroya, Macael, Fines y Somontín. Veamos a continuación, antes de pasar a su análisis, el contenido de este testimonio cervantino, a fin de que lo conozca el lector.

Baza

«En la ciudad de Baza, a 9 día del mes de septiembre de 1594 años, Miguel de Cervantes Saavedra, juez ejecutor por su Magestad en virtud de una Real Provisión librada de los señores de la Contaduría Mayor de Hacienda, su data en Madrid, a 13 días del mes de agosto de 1594 años, la qual esibió e mostró originalmente, de que o el escribano doy fe, e dijo que en virtud de la dicha Real provisión ha venido a esta ciudad a tomar quenta del valor que han tenido este presente año de 94 las rentas de tercias y alcabalas desta ciudad e de las villas e lugares de su juridicción e partido…, e la dicha quenta la hizo con intervención e comunicación del licenciado Antonio de Rueda, alcalde mayor y teniente de corregidor de esta ciudad y su tierra, estando presente Alonso de España, tesorero propietario de la cobranza de las rentas desta ciudad e su tierra e partido, e Gaspar Osorio de Tejada, tesorero nombrado para este presente año…, la qual dicha quenta hizo en forma siguiente: consta de dos partes, o de cargo y data, consistiendo el cargo en una partida de 3.342.320 maravedís por el encabezamiento de las tercias y alcabalas de Baza y de los quatro pueblos de su juridicción Cullar, Zújar, Caniles y Benamaurel correspondientes al mismo año 94; y en otra de 50.812 maravedís por los encabezamientos de Freyla, Roya (Laroya) y Macael (…).

Y adviértese que las alcabalas de Fines y Somontín, aunque se ha hecho diligencia para arrendarse, no ha habido ponedor, porque son lugares que en la nueva población se poblaron e partieron por sierra e marina, e pretenden que sean francos de alcabalas, que está mandado que traigan declaración de su Magestad, y ansi lo declaró Pedro de Medina, escribano de rentas (… ).

… ante Cristóbal Mínguez de Salcedo, escribano del Rey e público del número de la dicha ciudad de Baza y su tierra…, y van estos autos en cinco fojas con esta en que va mi signo. En testimonio de verdad, Cristóbal Minguez, escribano (rúbrica)».

El Manco

La veracidad de este documento no ofrece ninguna duda. Como bien es sabido, el Manco de Lepanto vivió largos períodos de su vida en Andalucía. Tanto es así que, desde 1553, cuando éste tenía la edad de seis años, ya tenía con sus padres domicilio en Córdoba, donde residió varios años, pasando luego a vivir en Cabra y después en Sevilla, hasta que finalmente, en 1568, parte para Italia. A partir de entonces permanecerá alejado de nuestros lares debido a su cautiverio en Argel, la publicación en Madrid de La Galatea, y su casamiento en 1584 en un pueblo de Toledo con doña Catalina de Salazar y Palacios. Sin embargo, en 1584 vuelve al Sur y aquí residirá prácticamente hasta el año 1600, teniendo algunas ausencias para ir a la Corte Esta etapa ofrece un gran interés: trabaja primero como comisionado para sacar trigos de Andalucía, luego recabando aceites por algunos pueblos sevillanos, más tarde como alcabalero, e incluso hay un momento – en 1589 – en que pretende marcharse a las Indias, para lo que solicita a Felipe ll un cargo de importancia, que se le denegará.

Ahora bien, a nosotros nos interesa conocer qué fue lo que hizo en 1594 para que su trabajo le trajese hasta el Almanzora. En realidad, éste va a ser su año negro, un año lleno de complicaciones, pero a la vez decisivo y fundamental para Cervantes. Consecuencia de los acontecimientos que padece, será su encarcelamiento en Sevilla durante siete meses, aunque en esa prisión será donde le surja la idea de escribir El Quijote. Pero contemos esto paso a paso.

A mediados de ese año, sin mucho dinero en el bolsillo, sale de Sevilla para Madrid con la idea de procurarse un encargo para trabajar en algún asunto relacionado con la Hacienda Real. Gracias a la influencia de un amigo consigue que lo designen para cobrar impuestos atrasados de algunos pueblos del Reino de Granada. El nombramiento lo recibe a mediados de agosto, y se compromete a finalizarlo en 50 días. Su labor consiste en cobrar una suma de 10.557.029 maravedís pertenecientes a distintas ciudades, entre las más importantes: Granada, Ronda, Laja, Alhama de Granada, Guadix, Baza, Almuñécar, Motril, Salobreña y Vélez-Málaga.

Como observamos, una de las ciudades mencionadas es Baza, y en aquella época el término y jurisdicción de Baza pertenecían dos pueblos del Almanzora: Macael y Laroya. Ambos lugares habían pasado tras la Conquista a convertirse en pueblos de realengo adscritos a Baza, ciudad que nombrará en adelante los cargos publicos, establecerá ordenanzas y explotara parte de los recursos naturales para sus propios. Esta dependencia temporal de Baza, lo será a perpetuidad desde el 20 de noviembre de 1501, fecha en la que los Reyes Católicos donan definitivamente los dos pueblos a ésta, justificando este acto a modo de castigo ejemplar en la comarca, ya que sus habitantes mudéjares se habían sublevado en el otoño anterior del año 1500. No extraña por tanto, por este motivo, que en las tercias y alcabalas de Baza del año 1594 se incluyan las de Macael y Laroya, además de las de los otros pueblos que pertenecían a la tierra de Baza, o sea, Cúllar, Zújar, Caniles, Freila y Benamaurel.

Más problemas suscita la referencia que se hace en el documento a Fines y Somontín, que en 1594, cuando las pudo visitar Cervantes, eran tierras de señorío, y estaban en poder de Galeazo Rótulo Carrillo (2).

En este caso, se comprende que estas villas se negaran a pagar las alcabalas, tanto más cuanto que su repoblación se había efectuado no hacia mucho, la misma estaba poco consolidada, eran señoríos (probablemente estas rentas fueran para el Señor) y se habían repartido como «sierra y marina», lo que llevaba consigo ciertas exenciones.

Viaje

Hecha esta aclaración, centrémonos en el viaje. El 7 de septiembre de 1594 Cervantes está ya en Guadix, donde no va a tener ningún problema en cobrar lo estipulado. Dos días después, el 9 de septiembre, está en Baza, donde si va a tener problemas. Aquí fue preciso que andase listo para que no lo engañasen los alcabaleros. Lo cierto es que en Baza cobró dos partidas de alcabalas: una de 3.342.320 maravedís, correspondiente a Baza y a los pueblos de su jurisdicción (Cúllar, Zújar, Caniles y Benamaurel); y otra de 50.812 marvedís del resto de los pueblos de su partido (Freila, Laroya y Macael). Una tercera partida, referida a Somontín y Fines (3), quedó sin cobrar como afirma el documento.

El problema que se plantea es si Cervantes recorrió estos pueblos para recaudar las alcabalas de cada alcabalero local, o bien, si éstos fueron a llevarle los dineros a Baza. Conocer este detalle es fundamental, pero con los datos que poseemos aún no lo podemos discernir, lo que hace obligado una revisión de la documentación existente en el Archivo de Simancas. Según el contrato que formalizó Cervantes antes de salir a esta misión, éste se comprometía a realizar una media de unas 8 leguas diarias a caballo, es decir, a marchar unos 45 kilómetros por caminos de herradura cada jornada, lo que tampoco era ninguna exageración, y estaba dentro de lo normal. La distancia existente entre Baza y los pueblos de Somontín o Macael debía rondar entonces, con aquellos caminos, las 10 leguas, o sea unos 55 kilómetros de ahora. Este trayecto, un tanto excesivo para ser recorrido por un caballo en una jornada, pudo hacerlo Cervantes aprovechando que a principios de septiembre todavía los días eran largos.

Ahora bien, lo que nos lleva a pensar que Cervantes vino al Almanzora fue el impago de Somontín y Fines, puesto que él se había obligado a recaudar todo el dinero que establecía la Real Cédula de 13 de agosto, y en ningún caso podía permitirse el lujo de irse sin cobrarlo todo.

Sabemos por otros estudios, las dificultades que soportó Cervantes a lo largo de estos dos meses en el Reino de Granada, cómo le engañaron también en la ciudad de Granada, donde le dejaron adeudado lo respectivo de la Casa de la Moneda; o en Motril donde su tesorero le mintió, diciéndole que los pagos pendientes habían sido ya satisfechos; y cómo se vio obligado a solicitar de Felipe lI unas prórroga para finalizar los cobros; incluso, cómo después de muchos problemas, antes de partir para Sevilla (por temor a que le roben las grandes sumas recaudadas que lleva encima) le entregó el dinero al banquero Simón Freire, quien al poco tiempo quiebra y huye, circunstancia no menos importante que también acarreará graves consecuencias a Cervantes.

Infortunios

A raíz de todos estos infortunios, Cervantes verá la cárcel, porque los números que entrega no cuadran en la desordenada Hacienda Real. El Rey exige la presencia de Cervantes en la Corte para que rinda cuentas, pero el juez sevillano malinterpreta el mandato real y acusa a Cervantes de haberse quedado con dinero, metiéndolo en prisión. En este período tan tormentoso le arrebata la idea de escribir el Quijote que «se engendró en una cárcel, donde toda incomodidad tiene su asiento, y donde todo triste ruido hace su habitación», como escribirá nuestro autor en el prólogo de su obra.

En la investigación que se abrió por el Tribunal de la Contaduría Mayor de Hacienda, que duró desde 1597 a 1603, aparecen testimonios sobre los cobros que hizo Cervantes en el Almanzora. Así, a principios de 1603, Gaspar de Osorio y Tejada, receptor de Baza, entregó a este Tribunal para su descargo una carta de pago que Cervantes le dio en 1594, cuando éste estuvo de comisionista recaudando las rentas de Baza y su partido. A la vista de este documento el Tribunal pregunto a los contadores si Cervantes había dado cuenta de su comisión y satisfecho lo recaudado. En el informe dado por los contadores el 24 de enero de 1603, se dice que en Tesorería constaban las cantidades, pero que aparecía un descubierto de 2.600 reales. Para aclarar esta disparidad se mandó a Don Bernabé de Pedrosa, proveedor general de la Armada, lo soltase de la cancel de Sevilla donde estaba. Así, de este modo, Cervantes salió de prisión y partió para Valladolid, a donde llegó con su familia el 8 de febrero de 1603, y donde finalmente pudo aclarar todo.

Las incidencias que tuvo en Baza con los alcabaleros, y la obligación que tenía de cobrar las rentas del Almanzora debieron llevarle, al menos durante dos días, uno de ida y otro de vuelta, a Somontín, Fines, Macael y Laroya. Pero como he dicho antes, queda la conjetura, y sería preciso confirmarlo con la documentación de Simancas.

Notas

  1. Una biografía sobre Miguel Flores G. Grano de Oro en el Estudio Preliminar que realizó en la Historia de Garrucha, Almería, 1989, pp. XV-XXVIII.
  2. Tapia, J.A.: «Los señoríos del Almanzora», Roel, 4, (1983), pp.55-61.
  3. En el Antiguo Régimen, por causas que desconocemos, se produjo una ligazón de los pueblos de la Tierra de Vera y del Almanzora con la ciudad de Baza, al menos en el terreno fiscal. Así hay documentos que nombran a Vera y a Cuevas como Vera de Baza y Cuevas de Baza, como se comprueba en el Diccionario Geográfico de don Antonio Vega, de finales del siglo XVIII. Esto da pie para que las alcabalas de Somontín y Fines también tuviera que recaudarlas Cervantes.