Introducción

Para muchos somontineros nacidos a finales del pasado siglo XX y los que han iniciado su andadura en esta vida en el presente siglo XXI, el “juego pelota y las mecas”, quizá no tenga ningún significado ni sentido para sus vidas y el presente escrito sólo les suene al de unos apuntes que cuentan una historia ajena totalmente a su existencia, pero para otros somontineros que nacimos unos cuantos años antes y que tuvimos la suerte de ver y vivir una actividad lúdica-deportiva-recreativa, que durante los pasados siglos IXX y XX, fue lo que más apasionó a nuestros antepasados, siendo sin duda el acontecimiento deportivo que más nos entretuvo en los días de fiestas y ratos libres del quehacer diario de los somontineros de antaño y que con más significado y arraigo caló en nuestro pueblo, ocupando y entreteniendo a un montón de generaciones de somontineros que vivieron en Somontín a lo largo del siglo IXX y XX, dirimiendo apasionantes encuentros de pelota (mecas), en un frontón atípico en otros lugares de España, pero peculiar y genuino en Somontín y en Tíjola, ya que en otros pueblos de la cuenca del Almanzora no había frontón, por lo que los partidos se jugaban en las paredes más altas y anchas de los pueblos, que normalmente eran las paredes de las iglesias.

El deporte de la pelota o “las mecas” en Somontín, caló hasta la médula espinal de nuestros antepasados, posiblemente vino del norte de España en el siglo IXX, con la incorporación y establecimiento en Somontín de la familia Echeverrías, que además ocupó otros espacios en pueblos como Tíjola y la estación de Purchena, aunque no puedo asegurar que fuese así, por no tener constatado este dato, pero hemos de suponer, que esta es la razón más fiable, ya que resulta paradójico, que un deporte típico del país Vasco, se implantase en una zona concreta del sur de España tan recóndita y escondida, al mismo tiempo que en una serie de pueblos del valle del Almanzora donde se practicó durante tantos años.