Registro de relaciones entre Moros y Cristianos en la Villa de Somontín (Almería). Acto segundo.

Acto segundo

Rey Cristiano
Valientes hijos de España
norma de invictos soldados
vuestro valor indomable
vuestro arrojo sobrehumano.

Paje
Qué voz tan alarmante ésta
contraria a nuestra nación
para mi no es este empeño
que salga mi emperador.

Rey Moro
Africanos valerosos
invencibles como fieras
salid al campo de Marte,
arda en guerra el Universo
haciendo ver al cristiano
que sois dignos de respeto.
Venga pues, enhorabuena,
a conquistar este reino;
sabrá de los marroquíes
a donde llegó el esfuerzo
mas ya se habrá arrepentido
y habrá mudado de intento
al ver a Sierra Buyones
que compite con el cielo
y mis valientes soldados
tan bravos como soberbios.
Venid, venid, ignorantes,
conoceréis por muy cierto
que Marruecos necesita
catorce Españas lo menos.
Ya lo contareis vosotros
de otro modo muy diverso
si quedáis para contarlo
uno vivo en cada ciento.
Tú, Muley, a la cabeza
de éste formidable ejército.

Muley
Voy gustoso a obedeceros.

BATALLA

Rey Moro
Oigo pasos ¿Quién ha entrado?

Muley
Es Muley, abad tu siervo

Rey Moro
Con mucho cuidado estaba
cargado de mil recelos
¿murieron ya los infantes?
¿matasteis los nazarenos
que tuvieron la osadía
de avasallar mi reino?
¿Han quedado escarmentados?
¿Saben ya que tiene Marruecos
soldados que la defiendan
y que son hombres de arresto?.

Muley
Señor, si me dais licencia,
con la sumisión que debo
referiré francamente
varios acontecimientos,
de las batallas y acciones
y resultados funestos
que han tenido nuestras tropas
pero gran señor te ruego
no te acalores y oigas
todos mis razonamientos.

Rey Moro
Concedido cuanto me pides,
háblame sin ser modesto.

Muley
Ya sabes que por la Orden
de tu Real Mandamiento
me coloqué a la cabeza
de tu formidable ejército.
Todos me siguieron valientes
y en los envites primeros
peleaban con fervor
y atacaban con denuedo
todos juntos a la vez,
pero señor me estremezco
al considerar los días
terribles de sangre y fuego
que tuvimos en batalla.
Perdimos la acción primera,
la segunda fue lo mismo,
igual pasó la tercera,
¡ Prestadme hasta el fin silencio ¡
nos tomaron el Serrallo,
y mudé mi campamento
a la Sierra de Buyones;
hicimos grandes esfuerzos
pero también la tomaron.

Rey Moro
De ira estoy que reviento;
nos han tomado la Sierra
Dime pues ¿por ventura el terreno
no estorbaba a los infames
y protegía a los nuestros?

Muley
Señor, son tan cándidos
tan hábiles y tan diestros
que si cogieran las nubes
ganarían hasta el cielo.
Pues que del terreno habláis
os aseguro, y es cierto,
que nos ha favorecido
con sus muchos parapetos
que si no, no hay un soldado
en las filas de Marruecos,
pues han llegado a cobrar
tal valor los nazarenos
como temor nuestros moros,
que en diciéndole, a ellos,
echan todos a temblar,
cuando no salen huyendo,
y para hacerlos volver,
los castigos más severos
es preciso ejecutar;
y no basta, pues viendo
el moro al español
le teme mas que al infierno.

Rey Moro
No puedo oír con paciencia
tan cobardes pensamientos.
Mis armas atropelladas
y mis valientes dispersos,
sierra Buyones perdida
donde mis esperanzas tengo.
! Imposible me parece
haber llegado los perros
a los puntos que me dices!

Muley
Señor, no han parado en eso.
No tengáis duda de que son
muy ladinos y despiertos,
tienen mucha disciplina,
y sus jefes muy atentos,
obedientes a sus mandos
y sobre todo guerreros;
saben de todos oficios,
pues los mas son ingenieros.
Por los ásperos peñones,
por los bosques más intensos
abren brechas y caminos
pero todo en un momento,
y colocan sus carnes
aunque sea allá en el cielo
Al toque de sus cornetas
de considerarlos, ¡ tiemblo !
Hacen las operaciones
y atacan con tanto riesgo
que no teme al peligro
el soldado nazareno.
Pierden mil veces la vida
y no abandonan sus puestos.
Los nuestros, por el contrario,
avanzan mucho, y es cierto,
en grupos muy apiñados
y sin cautela en el riesgo,
y para perder un hombre
el enemigo, de hecho,
perdemos nosotros mil,
que solamente por eso
después de una acción terrible
perdimos los Castillejos,
la Aduana, Río Martín,
la Altura de Cabo Negro;
allí les hicimos frente,
el combate fue tremendo,
que parecía fin del mundo
pero también nos vencieron.
Los nuestros se dispersaron
y abandonaron sus puestos
dejando a los enemigos
nuestras tiendas y camellos;
tan escarmentados iban
que ni en Tetuán quisieron
esperar a los españoles,
donde sin impedimento
del pueblo se apoderaron
y una vez estando dentro
no hay medio que les haga salir.
Gran Señor, y te confieso,
que si vieras la ciudad
de la suerte que le han puesto
te deberías de alegrar
en vez de tenerle tedio.
Le han hecho calles y plazas
con tanto primor y aseo
que parece una delicia
del Edén más pintoresco

Rey Moro
Infame, ¿te regocijas
dándome tanto tormento?
Tú, traidor que has dado fin
de mis valientes guerreros,
¿,Cuántas veces han querido
las Naciones y los Reinos,
conquistar estos dominios
y nunca lo consiguieron?
Mas, juro el dios grande
que te he de cortar el cuello.
Retírate a una mazmorra
que me voy al mar ligero
y a convocar mis vasallos
y verás en poco tiempo
si recobro lo ganado
del villano nazareno,
de ese cobarde ardiloso
que te impone tanto miedo
! Quítate de mi presencia !
! Haz lo que te mando presto!
Espera, Muley, espera.

Muley
Espero Señor, espero.

Rey Moro
Datos positivos tengo
por el Rey de Inglaterra
que el español es perverso
tirano con el vencido
pero en acción poco diestro
que en viendo sangre es muy débil
y hombre de poco esfuerzo.

Muley
Aunque contra mi lo digo
Señor, te juro y prometo
que en todo el mundo no hay
ejército mas guerrero,
ni mejor disciplinado,
al contrario de los nuestros.
Avanzo con diez mil hombres
mas en los tiros primeros
se dispersan y me hallo
unos tres o cuatro cientos.
El español no es así
tiene obediencia y respeto
y viéndose precisado
forman un cuadro tan recto
lo mismo que si formaran
una muralla de acero.
Ocultan la artillería
bien colocada en el centro
donde esperan nuestro envite
bien sosegados y quietos
y al disparar el cañón
con su mortífero fuego
matan más moros que arena
contiene ese mar soberbio
y finalmente te digo
que si va todo Marruecos
morirán, no hay que dudarlo,
así que te aconsejo
que si no cesa la guerra,
se pierde tu basto Imperio.
El español es valiente
es con el vencido atento
muy cariñoso y amable
muy generoso, muy bueno;
díganlo nuestros heridos
que por su buen tratamiento
los alaban y bendicen
porque son dignos de aprecio.

Rey Moro
¡ No se qué partido abrace,  estoy loco ¡

Muley
Así lo creo
pero escucha mi dictamen
y te diré lo que pienso.
Cuando vi a los cristianos
decididos y resueltos
a tomar Tánger
quise valerme de otro pretexto,
que fue pedir otra tregua
cosa que me concedieron.
Fortifiqué bien la plaza
y arengué bien a los nuestros
y les dimos una acción
que fue el ataque mas recio.
Confiados en ganar
les causamos muchos muertos
y en la parte de nosotros
¡ con qué pena lo refiero!
muy pocos quedaron vivos
y no quedaron que huyeron.
Perdida toda esperanza
viendo tan cercano el riesgo
a Tánger lo vi perdido
como perdido tu Imperio.
Señor abracé el partido
De pedir un parlamento
Y el general español
Me lo concedió al momento.
Me presenté yo e persona
Y por Alá lo prometo,
que a toda costa haya paz
con España y con Marruecos.
Y al oír mi petición
concediola muy atento
bástele ser español
generoso, que a no serlo,
el gran Mequinez, tu corte
fuera de España por cierto.
Me pidió las condiciones
que lo otorgué sin recelo,
pero lo mas importante,
no te horrorice el saberlo
son cuatrocientos millones
contados en buen dinero.
Ya se lo he prometido,
el armisticio está hecho
que se pagara a plazos
y cuando se dé el postrero
Tetuán vuelve a nosotros.

Rey Moro
¡ Qué es esto que a mi me pasa!
¡ No se lo que estoy oyendo!
¡ Que borrón para mi nombre!
¡ Que fama para mi reino !
Dios grande dame la muerte
que yo sin honor no quiero
vivir más de este mundo
de tanta vergüenza lleno.

Muley
Reflexiona, gran Señor,
lo que te estoy refiriendo
que mi palabra no vale
si no das consentimiento.
Más mira bien lo que haces,
que si el inglés embustero
te dijo diversas cosas
fue por encender el fuego.
O que te dijo es muy cierto,
No desperdicies mis consejos,
Cese ya la mortandad.
Mira Señor por tus pueblos
Que los Reyes en la Tierra
Son regidos por el Cielo.
Si Marruecos ha vencido
Otras Naciones, es cierto,
Que al español le protege
El Dios Grande, no hay remedio.
Hazte amigo de la España
Y civilizará tu reino,
Y tendrá muchas ventajas
De ilustración y comercio
Y finalmente serás
feliz de lo venidero…

Rey Moro
Ya me tienes decidido
con tus prudentes consejos.
Anda, confirma la paz,
todo mi poder te entrego,
abomino a Inglaterra
a sus tramas y sus enredos;
a España se le concede
cuanto pida de mi Reino
y luego que me reponga
y haya pasado algún tiempo
le declaré la guerra
al inglés que tuvo ingenio
de oponerme con España
para sacar partido de ello.

Muley
Cristianos vengo contento
con la orden que me ha dado
mi Emperador, y es muy cierto;
ha confirmado la paz
con mis precedentes consejos
y dice que te concede
cuanto pidas de su Reino.

Rey Cristiano
Muley, mucho me alegro
porque si tu Emperador
no tomara tus consejos,
daría fin a mis tropas
todo su basto Imperio.

Muley
En esto nunca habrá fallo
Te lo aseguro por cierto.

Rey Cristiano
Pues adiós, hasta la tarde.

Muley
A la tarde nos veremos.

Fin del Segundo Acto