La pelota estaba hecha artesanalmente por los propios jugadores, que antes de comenzar sacaban varias pelotas, para probar con cual de ellas se iba a jugar, éstas eran verdaderas obras de artesanía, su tamaño era un poco más pequeño que el de las actuales pelotas que se emplean para jugar al tenis.

La confección de una buena pelota, que se apreciara para jugar como tocaba en Somontín, se realizaba de la siguiente manera: lo primero que se buscaba era una piedra redondeada del tamaño de una cereza, que servía de eje y que le daba peso y estabilidad a la pelota, a esta piedra se le daban varias pasadas de tiras de goma entrelazadas en sí mismas, procurando darle una ligera tirantez para que la propia goma quedase bien apretada y sujetada, las capas de tira que se les daba a cada pelota podía variar según fuese el grosor de la tira de goma, luego se cubría la goma con unas pasadas de tiras de tela o lana, éstas se cubrían con otras pasadas de goma, se volvía a dar varias vueltas más tela o lana, y al final se rodeaba todo de tiras de cuero y se cosía con hilo fuerte y una aguja alpargatera, si se tenía, y si no, con una normal.
La pelota era totalmente compacta y se intentaba que fuese lo más redonda posible, para quitarle dureza se le daba la última pasada de tela o lana antes de cerrarla con el cuero, con lo que se conseguía además evitar que ésta fuese muy viva y corriera demasiado al impactar en la pared frontal o al botar en el suelo, por regla general el bote, tras su caída de la pared no pasaba de la altura del pecho de los jugadores y si la caída era desde la parte baja del frontón, normalmente tenía un bote suave y lo suficientemente alto, como para que el jugador la pudiese golpear y levantar el juego o marcarse el tanto.
Las gomas para hacer las pelotas, normalmente eran de cámara de bicicleta cuando había, y si no, servía cualquier goma, con tal de que la pelota botase, en algunas ocasiones se aprovechaban los neumáticos viejos o rotos del Chevrolet del “tío Fernando Mollina”, que los regalaba para que los jóvenes pudieran hacerse las pelotas para jugar y éstos, claro está, se volvían locos de alegría, porque con este material ya tenían para confeccionarse un buen número de pelotas, y ya os podéis imaginar de qué manera se las arreglaban, para hacer tiras finas de goma que se pudiesen liar entre sí, porque había que cortar el neumático en tiras finas y éstas laminarlas para que se pudieran manejar.