San Marcos, hornazos y mejerendero

Hornazo

Somontín, además de haber sido durante un siglo un pueblo minero, es un pueblo agrícola.

Durante siglos la agricultura ha sido de supervivencia, permitiendo pasar el año sin penurias a quienes podían cultivar unas cuantas fanegas de tierra. Algunos de los cultivos han ayudado a compensar los costes de otros, así, se ha vendido uva en algunas ocasiones, almendra en otras, aceite en otras,…, aunque pocas explotaciones han permitido obtener un importante ingreso de sus cultivos.

Ahora han vuelto a resurgir cultivos de antaño, contándose con más olivos plantados que posiblemente haya habido nunca en la historia de nuestro pueblo. También la vid, para la elaboración del vino del país para consumo propio, vuelve a resurgir.

Podemos decir, que los somontineros siguen yendo al campo a cultivar la tierra todos los días rato. Algunos, incluso, algo más que un rato.

Pero hay un día al año, ahora incluso más de uno, en el que la visita al campo no es para trabajar, sino para celebrar una fiesta. Es el día de San Marcos, el 25 de abril.

Es un día de fiesta familiar y entre los amigos en los que se dejaba el trabajo a un lado para disfrutar de la tierra y sus frutos.

Es tal el arraigo de este día entre los somontineros y otros pueblos del Valle del Almanzora, que se decidió que los colegios públicos de varios de estos pueblos lleven por nombre «San Marcos».

Unos días antes de la fiesta se preparan los hornazos, tortas de pan de aceite con uno o varios huevos clavados, almendras y otros adornos que, a modo de mona de pascua, pero sin chocolate, son el plato típico de la fiesta y que se comen como merienda. Los huevos, cocidos con su cáscara, acaban cascándose en la frente del incauto que no se da cuenta que alguien se le aproxima con la mano escondida en la espalda y con una sonrisa burlona. Si te toca, al menos que te den por la punta gorda del huevo, la que tiene la burbuja de aire, porque la fina te asegura un chichón.

No sólo se come el hornazo, sino que, al gusto de cada uno se prepara comida y bebida para que sobre.

Un elemento que no puede faltar, sobre todo si hay criaturas pequeñas, y si no son tan pequeñas tampoco importa, es el mejerendero. Cuando no había columpios, era el único día al año en que una cuerda atada en una rama resistente de un árbol, nos permitía un buen rato de diversión.

En los últimos años, dado que los calendarios laborales no suelen contemplar esta fiesta, acaba duplicándose: el domingo más próximo lo celebran todos y el día de San Marcos aquellos que su ocupación se lo permite. Buena excusa para celebrar dos veces una fiesta.