El talco o jaboncillo

Boca de pozo y chamizo de mineros en el cerro de la Cruz, hoy lastimosamente desaparecido, enterrado y destruido totalmente por la intervención de las Brigadas de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. (Foto del autor)
Boca de pozo y chamizo de mineros en el cerro de la Cruz, hoy lastimosamente desaparecido, enterrado y destruido totalmente por la intervención de las Brigadas de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. (Foto del autor)

La revolución industrial que tiene sus orígenes en el mundo moderno, hará ahora unos 200 años aproximadamente, hace que el ser humano comience a estudiar, investigar, inventar todo tipo de ingenios mecánicos, instrumentos y combinaciones de materiales, para conseguir que éstos le faciliten mejores formas de vida y que se descubran nuevas fuentes de riqueza para los pueblos, zonas, comarcas, regiones y países.

Esta lucha por la investigación y por el progreso, está favorecida por la aplicación de nuevas técnicas y por el aprovechamiento de materiales que faciliten otros productos, que sirvan para comercializarse y a su vez enriquezcan a los promotores y productores.

Uno de estos materiales comienza a tener una demanda muy importante en el mercado comercial con la nueva situación mundial y hay que ir a sus fuentes de nacimiento en busca de su extracción, se trata del Silicato de Magnesio, más sencillamente: polvos de talco o para nosotros los somontineros: JABONCILLO.

Grupo de trabajadores a la entrada del pozo Falange, en donde podemos observar perfectamente la ubicación y las condiciones de trabajo de los mineros. El segundo por la izquierda es Antonio Vicente Oliver, el “tío Chimeneas". (Colección: Antonio Azor Oliver)
Grupo de trabajadores a la entrada del pozo Falange, en donde podemos observar perfectamente la ubicación y las condiciones de trabajo de los mineros. El segundo por la izquierda es Antonio Vicente Oliver, el “tío Chimeneas». (Colección: Antonio Azor Oliver)

El Silicato de Magnesio o Polvos de Talco, consiste en un preparado mineral de textura muy fina, suave al tacto, que se presenta en masas de láminas blancas, del grosor y textura al de las hojas de una flor, muy fáciles de reducir en polvo finísimo, se encuentra principalmente en rocas eruptivas y metamórficas.

El talco debido a su escasa dureza, sirvió de base para comenzar la escala de minerales, que empiezan por el talco y acaban en el diamante, así pues es el primero en este orden mineral.

A lo largo de los siglos, se ha venido utilizando para muchísimos usos, en un principio se utilizó para esculpir y moldear esculturas y más tarde se le han encontrado nuevas aplicaciones, como es el satinado de papel, la fabricación de pinturas, insecticidas en polvo, el lubricado en seco en la industria textil y sobre todo se ha usado en la confección de perfumes y derivados.

El talco molido tiene la propiedad de absorber la humedad, aislar y dejar la piel seca y muy suave, de ahí que se haya empleado tradicionalmente para secar el culito de los bebes. Así pues, hemos encontrado la razón comercial e industrial de la explotación de este producto, la demanda social a la cual se destina, para que tenga sentido su extracción.

La Sierra de Somontín nos ha dado abundante y generosamente un producto: el talco o jaboncillo, ese oro blanco que hubo que extraer de las entrañas de la tierra, a base de pico y espuerta, teniéndonos que arrastrar a través de larguísimas y estrechas galerías, pasando por un montón de trancas y escalones, o de bajar y subir miles de veces a los profundos pozos, cavados a base de muchos sudores, amarrados a las cuerdas que se enrollaban en los tornos; este trabajo para la economía del pueblo ha sido esencial a lo largo de los más 100 años que ha durado su explotación.

Dos trabajadores accionando el torno del pozo La Culebrina: Juan García Mesas "el Caezas" y Juan Mesas Oliver "el Orejón". (Colección: Antonio Azor Oliver)
Dos trabajadores accionando el torno del pozo La Culebrina: Juan García Mesas «el Caezas» y Juan Mesas Oliver «el Orejón». (Colección: Antonio Azor Oliver)

En nuestra sierra se daban especial y abundantemente 2 tipos de talco: el blanco puro, que se presentaba en bloques y cantos, era el más apreciado y el reunía una excelente calidad, y era empleado para la confección de los productos más refinados y el moreno, que tenía un color grisáceo, debido especialmente a las filtraciones de agua que arrastraban sedimentos arenosos procedentes de la composición rocosa de las montañas de la sierra, dándole ese color turbio y oscuro, éste era de inferior calidad y se empleaba en la composición de materiales más bastos, como por ejemplo para hacer jabón, por supuesto su precio también era bastante inferior.

Paredes e interior de una mina en donde se aferraba el talco. (Colección: Ramón Navío Pérez)
Paredes e interior de una mina en donde se aferraba el talco. (Colección: Ramón Navío Pérez)