El Carbonero (Antonio Manchón Jiménez)

Autor: Baldomero Oliver Navarro, “el Rulo”

Otro de los bandoleros que se hizo fuerte y muy temido por aquellos años en nuestra sierra fue el conocido con el nombre Antonio Manchón Jiménez, alias “El Carbonero”, que siempre iba acompañado de un lugarteniente que le llamaban “El Chófer”, cometían sus asaltos preferentemente por los Llanos de Baza y por Cúllar, haciendo los mismos estragos o más que “La Bigarda” y “El Espadilla”.

De Somontín a los primeros que atracó, fue una noche en los Llanos de Baza allá por el verano de 1936, a José García, a su sobrino Juan Portal y a Baldomero “el Rulo”, que soy yo y que también era sobrino de José García, ya que su esposa: Rosa, era hermana de mi madre, nos salió al camino de improviso, escopeta en mano y pistola en el cinto, nos echó el alto, ante lo que tuvimos que parar las caballerías: “Alto ahí, dadme todo el dinero que lleváis o de aquí no sale ni uno vivo”, nosotros asustados intentamos ver como estaba la situación, pero no podíamos hacer nada, ya que en todo momento su escopeta no dejaba de mirarnos, así que intentamos convencerle de que éramos pobres que intentábamos ganarnos la vida como podíamos, se ve que le dimos lástima y no dijo: “Dadme todo el dinero que lleváis y os dejo marchar y aquí no ha pasado nada”, como la cosa no estaba para nada mejor, decidimos hacer lo que nos decía y entre los tres llegamos a reunir 163 pesetas que llevábamos para realizar las compras en las ventas y cortijos, para luego venderlas o cambiarlas en otro lugar por otro material que nos interesase y que pudiéramos colocar en otro pueblo, aunque ahora parezca una miseria, 163 pesetas, menos de un euro, en aquellos tiempos era casi una fortuna, llevábamos encima casi todo el dinero que podía haber en nuestras casas, se ha de tener en cuenta, que un jornal de un hombre de sol a sol, se pagaba en aquellos días aproximadamente a 3 pesetas, con la entrega de todo el dinero “El Carbonero“ se conformó, sin dejarnos de apuntar con la escopeta, nos dijo: “Tirad para adelante y que a ninguno se le ocurra volver la cabeza atrás o se la vuelo”.

Poco tiempo después dio otro golpe a otros somontineros, ayudado por su compañero, éstos eran Fernando Gazpacho y Felipe Rebelles, fue en el río de Baza, les quitó las cargas de trigo que traían, los metió en un cortijo deshabitado y los encerró en una habitación, el compañero de “El Carbonero”: “El Chófer”, se quedó en el cortijo y a punta de pistola controló la situación, mientras que “El Carbonero” fue a descargar las bestias en un sitio seguro, a las pocas horas apareció otra vez con las bestias ya descargadas y los dejó marchar, ya que si hacías lo que te pedían, y no ofrecías resistencia, se quedaban con lo que les interesaba y te dejaban ir, para ver si otro día te podían volver a asaltar.

Pero tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe y “El Carbonero” tuvo el mismo final que “El Espadilla”, estaba en unas cuevas de la Sierra de Cúllar con una querida que tenía de Serón y la Guardia Civil lo tenía controlado, esto era por el otoño de 1941, decidieron ir a por él y como se resistió, enfrentándose a ellos a punta de pistola, la Guardia Civil abrió fuego y acabaron matándolo allí mismo.

Ficha de la Guardia Civil sobre «El Carbonero»

“CARBONERO” (Antonio Manchón Jiménez):


Natural de Nerpio (Albacete). Su actuación arranca en la primavera de 1940, tras su fuga de la cárcel de Cuevas del Almanzora (Almería). Partiendo de sus bases de la Sierra de los Filabres llegará a dominar dos zonas muy concretas: por el norte, la de Bayarque-Tijola-Lúcar, y por el sur, la de Gérgal-Tabernas. En estos últimos pueblos, tanto la partida del «Carbonero» como otras partidas almerienses, tuvieron puntos de apoyo seguros durante largos años.


Esto se debía a la existencia nómada de la familia del “Carbonero” -cuyo apodo le viene de su oficio, que era también el de su padre-, con la que el jefe de partida había recorrido, desde sus más jóvenes años, todas las zonas montañosas de Almería y parte de las de Granada, en las que, tenía numerosos amigos y simpatizantes.
En el verano de 1941 traslada sus bases hacia el norte: a la Sierra de las Estancias, desde donde batirá la zona de Huércal-Overa (Partaloa, Chirivel, El Contador y Oria) y la de Puerto Lumbreras (Murcia), ya que uno de sus lugartenientes. “el Chófer», conocía bien, gracias a su antigua profesión de camionero.


Pero en Majada de Masegosas, un paraje de Venta del Peral, dependiente municipio de Cúllar (Granada), «Carbonero» fue víctima de una encerrona que le preparó un falso enlace, en noviembre de 1941, en la que murió junto a su compañera sentimental, Isabel Navarro Sánchez, en una cueva que fue atacada con bombas de mano por la Guardia Civil. La partida quedó bajo el mando del «Chófer» durante un tiempo y luego los restos de la misma fueron absorbidos por la de «los Matías», de Granada.


Gracias a Javier Castillo Fernández, de Molina de Segura (Murcia), recibimos esta informacion adicional: En esta localidad, Cúllar (de donde Javier es natural), que linda con la de Chirivel (Almería) y con su aldea de Contador, lugar de residencia de este guerrillero antes de la Guerra Civil, aún se recuerdan sus acciones y su muerte violenta. Hace un año se localizó su acta de defunción en el Registro Civil de Cúllar. La inscripción se realizó el 8 de noviembre de 1941 y nos transcribe su contenido para actualizar los datos que tenemos.

Los (sic) que aparecen son de nuestro colaborador Javier Castillo:
“Antonio Menchor (sic) Jiménez, nacido en Nerpio (Alicante (sic), de treinta años de edad, hijo de D. Antonio Menchor y de D.ª Gregoria Jiménez, domiciliado en Contador (Almería), profesión del campo y de estado casado en 1.as nupcias con (en blanco), de cuyo matrimonio quedan dos hijos llamados (en blanco).


Falleció en el sitio conocido por “Majada de los Masegosas” el día de ayer a las doce horas y treinta minutos a consecuencia de las heridas sufridas por metralla y fusil en combate con la Guardia Civil, según resulta del oficio recibido del Sr. Juez Militar Especial de la ciudad de Baza y reconocimiento practicado, y su cadáver habrá de recibir sepultura en el cementerio de esta villa.


Esta inscripción se practica en virtud del oficio recibido hoy del Sr. Juez Militar Especial de la ciudad de Baza, expedido en méritos de las diligencias sumarias instruidas por la muerte del referido”.


(Al margen, a bolígrafo: “Nota: En el sentido de hacer constar en la misma como ampliación de circunstancias personales del fallecido; que en el momento de su fallecimiento estaba casado con D.ª Catalina García Pardo, y de cuyo matrimonio quedaban dos hijos, llamados Eduardo y Antonio Menchón García, que el primer apellido del fallecido debe ser Manchón y no Menchón, como por erros (sic) se hizo constar, así como también el padre del mismo, Manchón y no Menchón. El fallecido nació en Nerpio (Alicante), como figura en la inscripción pero esa localidad no pertenece a Alicante sino [a] Albacete, el nombre del padre es Eduardo no Antonio como por error figura en la inscripción. Así por este su auto lo proveyó, manda y firma. Doy fe” (sello y rúbrica, sin fecha).


Su compañera sentimental, hija del pastor que le daba cobijo en su majada, era “Isabel Navarro Sánchez, nacida en Serón (Almería), de 18 años, hija de Miguel Navarro e Isabel Sánchez, domiciliada en esta villa, calle Majada de los Masegosas, profesión la de su sexo, y soltera”; que falleció a resultas de las heridas recibidas a las 18’10 horas del mismo día.

A este tipo de individuos teníamos que enfrentarnos si queríamos salir de la situación de casi miseria en que vivíamos en aquellos años, el estraperlo era una fuente más de ingresos que podía mejorar la situación familiar, pero que de vez en cuando, se cobraba el tributo de tener que dejar el fruto de nuestro trabajo, en manos de unos sinvergüenzas que se dedicaron a vivir de las penas de los otros.

Además de tener que desplazarnos de noche, a escondidas y asustados, muchas veces pasando hambre y sed, sin tener a nadie que te diera una mano, ya que si te cogían los bandoleros, lo perdías todo y suerte si no tenías más consecuencias, pero no podías ir a la Guardia Civil a denunciarlo, ya que era ilegal y si te cogía la benemérita era peor, además de expropiarte todo, había que pagar la multa correspondiente, posibilidad de ir a la cárcel y por si faltaba algo, soportar una buena manta de palos, para que el cuerpo aprenda a no hacer cosas ilegales y tenga todo el respeto que se merece la autoridad.