Publicado en Bidafarma. Artículo enviado por: José Manuel Moreno. Fecha de publicación: abril de 2022
Farmacia rural
Las farmacias rurales desarrollan una labor imprescindible que va más allá de la dispensación de medicamentos. Son amigos, padres, hijos y consejeros de un vecindario cada vez más reducido y envejecido. Estas boticas, que representan una quinta parte
de las farmacias españolas, tienen sus propias particularidades.
Cada día es una nueva aventura
María José Martínez Pérez. Farmacia Somontín (Almería)
¿Cómo es tu día a día?
Mi día a día suele ser entretenido, sobre todo los tres días en semana que tenemos consulta médica. He trabajado en diferentes tipos de oficina de farmacia antes de ser titular, en Granada capital, en pueblos grandes, haciendo sustituciones en farmacias más pequeñitas y siempre he estado encantada con mi trabajo. Es cierto que la farmacia rural te aporta mucha más cercanía y terminas conociendo a tus pacientes como si fueran de la familia. En mi caso, ser farmacéutica es totalmente vocacional y siempre he orientado mi carrera profesional a la atención farmacéutica y al paciente. Una diferencia enorme que, sí encuentro en la farmacia rural con respecto al resto, es que el paciente, además de la dispensación, recurre a nosotros para todo: para solicitarle las citas médicas, revisar los pastilleros, para que les interpretemos los análisis de sangre, para contarnos las anécdotas con los nietos e, incluso, algún día que otro, tomamos café con ellos. Es una relación laboral de total cercanía, donde al final terminas entablando amistades y eres uno más del pueblo. En definitiva, cada día es una nueva aventura.
¿Sientes que se valora tu trabajo?
Muchísimo. Considero que la farmacia rural es la esencia de la farmacia propiamente dicha. Es muy gratificante la relación que se establece entre el paciente y los profesionales sanitarios que estamos en el entorno rural. Tenemos que tener en cuenta que hay pueblos donde no hay un banco, una tienda o un bar, pero siempre hay una cruz verde encendida. Somos el profesional sanitario más cercano a la población y eso genera un vínculo. Al final, esa cercanía repercute directamente en la calidad de vida del paciente ya que somos los primeros en poder acceder a posibles interacciones, duplicidad de tratamientos, errores en la medicación, adherencia al tratamiento… y eso lo valoran y lo agradecen. Ser ese profesional al que siempre pueden recurrir también les aporta muchísima tranquilidad y confianza, sobre todo si tenemos en cuenta que la mayoría de la población rural suele ser gente muy mayor y algunos viven completamente solos.
¿Es rentable ser farmacéutico rural?
Es un tema algo complejo, ya que si hablamos de rentabilidad dentro de las farmacias rurales también tenemos que diferenciar entre ellas, no es lo mismo hablar de farmacia rural en un pueblo de 2.000 habitantes que en uno de 150, las cosas son muy diferentes. Aún se complica todo más, si a nivel económico comparamos una farmacia rural con una urbana o semiurbana, ya que todas las oficinas de farmacia, sean de la índole que sean, cuentan con una serie de gastos fijos que en muchas ocasiones para algunas oficinas de farmacia rurales o VEC, son difíciles de afrontar y recortan aún más los márgenes de beneficio. Si a esto le sumamos la continua bajada de precios, los desabastecimientos constantes y el no pagar muchos de los servicios que realizamos desde la oficina de farmacia, la situación se vuelve insostenible. Lo que sí tengo muy claro es que para ser farmacéutico rural tienes que tener una vocación enorme por tu trabajo, no solo buscar la mayor o menor rentabilidad de la farmacia, ya que en muchas ocasiones hay titulares de farmacia rural que tienen sueldos por debajo de los de un adjunto.
¿Crees que las farmacias rurales están en peligro de extinción?
Si no se empieza a invertir en los servicios realizados desde las oficinas de farmacia y solo nos basamos en la dispensación, las farmacias rurales están destinadas a desaparecer. Para la mayoría de zonas rurales somos un servicio prioritario y, en muchas ocasiones, el único profesional sanitario al que el paciente puede recurrir en el pueblo. Sin embargo, el sistema que tenemos actualmente, a la farmacia rural no le beneficia mucho, no toda la facturación se puede basar en los pacientes que entran en la farmacia y en los tratamientos que dispenses ese día. Por eso, estas farmacias que tienen una población más reducida deberían tener otro tipo de respaldo por parte de la administración.
¿Cuál es el principal reto de la farmacia rural?
El principal reto es conseguir mantenernos y luchar con la despoblación y la falta de servicios de la mayoría de los entornos rurales. Otro reto a nivel personal es seguir formándome continuamente, no quedarme estancada en los conocimientos ya adquiridos para seguir ofreciendo desde mi oficina de farmacia un trato de calidad al paciente.
¿Qué es lo mejor y lo peor de la farmacia rural?
Lo mejor, con diferencia, la cercanía con el paciente y la sensación de satisfacción que te genera el pensar que ayudas a mucha gente al cabo del día. El tiempo también es importante: como no nos encontramos presionados por la avalancha de pacientes como puede ocurrir en una farmacia urbana, podemos escucharlos, dedicarle tiempo al paciente, hacerle seguimiento de su tratamiento, los conocemos perfectamente. Otro factor a tener en cuenta muy positivo, es que en la mayoría de las ocasiones tenemos trato directo con el médico y con el enfermero y eso nos facilita mucho el trabajo. Esto es algo que yo valoro muchísimo y que echaba en falta en las otras oficinas de farmacia en las que trabajaba, esa comunicación con el resto de profesionales sanitarios que es tan importante y necesaria.
Lo peor, la falta de servicios y la lucha constante con la despoblación, el éxodo rural, complican mucho nuestro día a día. La gente joven se termina marchando en busca de oportunidades laborales, zonas de ocio y eso dificulta nuestra tarea para poder mantenernos.