La leña

La sierra, por último, también ha sido generosa con la aportación de su abundante flora y rica vegetación, además del esparto, tomillo y romero, sobretodo en chaparros, retamas y pinos, que muchos hemos recogido para calentar nuestras casas en invierno y hacer nuestras comidas y guisos, unos pocos somontineros encontraron en la recogida, casi diaria de leña, su medio de vida, ya que se dedicaban a ello, para así ganarse el pan de cada día, ni mejor dicho, por que los hornos para cocer el pan eran de leña y se necesitaba una gran cantidad de la misma para poder calentarlos y confeccionar tan básico alimento. Era un trabajo muy duro y mal pagado, las manos de los que se dedicaban a este menester, estaban llenas de pinchos y astillas, sangrando en muchas ocasiones.

Retamas en plenitud de floración en la Rambla de Somontín, antiguamente eran de una gran utilidad para los leñadores, ya que son muy abundantes en nuestro suelo y tienen una fácil reproducción. (Foto del autor)
Retamas en plenitud de floración en la Rambla de Somontín, antiguamente eran de una gran utilidad para los leñadores, ya que son muy abundantes en nuestro suelo y tienen una fácil reproducción. (Foto del autor)

Los somontineros que se dedicaban a la leña, se tenían que levantar muy temprano, antes del amanecer, desplazarse a la sierra y con la salida del sol, comenzar su tarea cortar y recoger la leña, para estar en el pueblo antes del oscurecer, se amontonaba la leña, se hacían los haces y se cargaban los burros hasta arriba de todo, tan arriba, que apenas se podía ver algo del animal que portaba la carga, por delante de un montón de ramas salía una pequeña cabeza de burro con anteojeras, amarrada de reata al animal que abría el camino y para el pueblo a descargar al horno.

Taráes o tamarindos que crecen de forma salvaje en las orillas 
de nuestras ramblas, son de difícil combustión y para que puedan 
ser útiles para el fuego hay que cortarlos en la luna menguante 
de final de enero. (Foto del autor)
Taráes o tamarindos que crecen de forma salvaje en las orillas de nuestras ramblas, son de difícil combustión y para que puedan ser útiles para el fuego hay que cortarlos en la luna menguante de final de enero. (Foto del autor)

Entre los que más se dedicaron a esta labor de ir a buscar leña, sobre todo «al Cañico», cabe citar, a modo de recuerdo y reconocimiento, al “tío Cucalo”, el “tío Paterno”, a Joaquín “Malo el Hornero», el “tío Emilio Ventura”, el “tío José Isaac” que era de Lúcar, “El Calabazas”, “Gervasio el Perdío”, a “Juan Pizo”, a “Antonio el Cucalo” especialista en aliagas, era casi el único que se atrevía con ellas, etc.

Antonio Vicente Lucas “el tío Cucalo”. 
(Foto cedida por su nieto: Pedro Vicente Cañabate)
Antonio Vicente Lucas “el tío Cucalo”. (Foto cedida por su nieto: Pedro Vicente Cañabate)
El espliego también crece abundantemente en nuestra sierra. 
(Foto del autor)
El espliego también crece abundantemente en nuestra sierra. (Foto del autor)

En muchas ocasiones, la leña que recogían los leñadores, los horneros se la canjeaban por pan, a razón de un pan de 2 kilos por una buena carga de leña. También era común el pagar al hornero por la prestación de su servicio, o sea por la cocción de una tabla de pan, lo que era igual a 10 panes, el hornero se quedaba con uno como pago a su trabajo y uso del horno, a esta operación se le llamaba “la polla”.

La adelfilla es una planta que es muy llamativa por su colorido cuando florece, pero que apenas tiene ningún uso. (Foto del autor)
La adelfilla es una planta que es muy llamativa por su colorido cuando florece, pero que apenas tiene ningún uso. (Foto del autor)
Chaparros, al igual que las carrascas, retamas y pinos, los leñadores en un tiempo atrás, aprovechaban su leña para llevarla a los hornos 
de nuestro pueblo, con la que se ganaban el pan de cada día. 
(Foto del autor)
Chaparros, al igual que las carrascas, retamas y pinos, los leñadores en un tiempo atrás, aprovechaban su leña para llevarla a los hornos de nuestro pueblo, con la que se ganaban el pan de cada día. (Foto del autor)
Carrasca, en nuestra sierra hay una gran cantidad de ellas, antiguamente los leñadores se encargaban de sacarles el 
máximo rendimiento. (Foto del autor)
Carrasca, en nuestra sierra hay una gran cantidad de ellas, antiguamente los leñadores se encargaban de sacarles el máximo rendimiento. (Foto del autor)
Manrubios, es una planta que crece de forma espontánea y abundante en nuestro pueblo, tiene un agradable aroma y hasta los años 1960, se utilizaba para limpiar o fregar los utensilios de cocina. 
(Foto del autor)
Manrubios, es una planta que crece de forma espontánea y abundante en nuestro pueblo, tiene un agradable aroma y hasta los años 1960, se utilizaba para limpiar o fregar los utensilios de cocina. (Foto del autor)

Anotación de Manuel Acosta Acosta

De todos los bienes municipales o comunales eran beneficiarios los vecinos del pueblo en leñas pastos y rastrojeras, así como en las propiedades privadas de las fincas de “Las Hazas”, «La Cuesta” el “Cortijo Benito», “El Coyado», así como el «Cortijo de Pavión”, propiedades de las familias Sánchez Mirón, de Mateo Carricondo y Domingo Martos (Domingo Pio), debemos destacar aquí, la donación altruista que hicieron de todos sus bienes la familia Saavedra, de toda la «Sierra del Marques”, denominada así por haber pertenecido al «Marqués de la Motilla» y posteriormente traspasada a la citada familia, a excepción de unos terrenos que el Ayuntamiento de Somontín adquirió por compra a la empresa “Echeverrias & Acosta SRC” entre la “Fuente de los Haces” o «Peñon de Muro” y “La Cuesta de las Piedras”, por los años 1920. Juntando un total de terrenos comunales de propiedad municipal o del Ayuntamiento de unas 600 hectáreas, siendo el total del término municipal de 1.575 HAS. (15´75 Km2).