Desde Triana y a través de la calle de las Parras, estrecha y ondulada, llegamos a la Plaza de la Constitución, conocida por la Plaza del Mercado. Allí comienza el núcleo antiguo de del Somontín que se estructuró alrededor de la Iglesia, y antes de la mezquita.
En esta pequeña plaza se pueden disfrutar las carretillas el 19 de enero, víspera del día de San Sebastián.
La entrada sur de esta plaza está formada por unos porches en los que aún puede observarse el arco y ubicación de la puerta que cerraba el pueblo, que en ese punto acababa.
A través de estos bonitos emporchados se llega bajo la torre de la Iglesia de Santa María. La calle viene del este, la Calle de la Iglesia, nos conduce a la Placeta, lugar en el que podemos encontrar varias casas que aún conservan señales de su brillante origen. En una de ellas se puede ver un escudo de la Inquisición, tratándose, casi con toda seguridad, de la casa del inquisidor que habitaba en Somontín en el siglo XVIII. A su lado, casi en ruinas, puede observarse la casa que, posiblemente, era la casa del Señor de Somontín, en los siglos XVI al XIX, época en que éste pueblo era tierra de señorío y perteneció a diferentes familias. También está en la Placeta la Casa de Curato, propiedad de la Iglesia.
Volviendo a la Iglesia de Santa María en ella podemos encontrar una magnífica talla de la Virgen de los Dolores, procedente de la escuela de Francisco de Salcillo, insigne imaginero murciano del siglo XVIII, imagen que , junto a San Sebastián el Chico, sobrevivieron a la quema de santos realizada durante la Guerra Civil.
Hasta 1983 pudo observarse en el techo de la iglesia un magnífico artesonado mudéjar de madera que databa del siglo XVI, época de construcción del templo. Diversas causas confluyeron en el deterioro del edificio que provocaron en el verano de ese año el hundimiento de todo su techo con la consiguiente pérdida de su artesonado.
En la cara sur de la iglesia encontramos el Pretil. Francisco Villaespesa, asombrado por la magnífica vista que desde allí puede observarse, lo denominó Balcón del Almanzora, su actual nombre. Desde este nuevo mirador, pueden observarse todos los pueblos del valle del almanzora desde Cantoria hasta Lúcar, asi como toda la vega de cultivo somontinera.
Dejando el barrio de la iglesia, hacia el oeste, nos encontramos con Los Álamos, lugar soleado donde acostumbran a reunirse los ancianos para discutir de política y del tiempo. Son Los Álamos un mirador interno desde donde podemos ver una buena parte del pueblo y al fondo los Caños, nuestro siguiente destino.
Antes de tomar la bajada de la Calle del Pilar, en la equina de los Álamos encontramos una casa roja, del primer tercio del siglo XX, que contrasta con el habitual blanco de las casas del pueblo. De subida, la corta pero intensa, Cuesta de la Villa, que parte de la que eran la Puerta de la Villa, otra de los puntos que daban acceso al pueblo en el siglo XVIII.