Autor: Gervasio Cañabate Resina - Año: 2018

Buenas noches queridos paisanos de Somontín.
Es un honor ser el pregonero de las fiestas de la Virgen de agosto de 2018 en nuestro pueblo. Todos los años es alguien el culpable de que el pregonero suba a este lugar para dedicar unas palabras que den comienzo a la fiesta. En esta ocasión, tenemos que decir que la culpable es Inés Galera Cortés; la cual decidió este invierno proponerlo a nuestro Ayuntamiento, el cual tuvo a bien que así fuera. Por tanto, empezar agradeciendo dicho detalle a mi amiga de siempre, Inés y al Ayuntamiento, en representación del cual tenemos a nuestra vecina y amiga Mercedes Navío Torres.
Una de las cosas por las que es conocido nuestro pueblo, es por el volumen de Guardias Civiles en relación a su número de habitantes. En eso mi familia ha hecho su aportación, con mi padre y mi hermano. Pues bien, a ese dato podríamos añadir otro; Somontín es el pueblo de España con mayor número de embajadores, tiene tantos como personas lo conocen.
A todos nos han preguntado alguna vez que es lo que tiene nuestro pueblo para que estemos deseosos siempre de volver o para que no queramos vivir en otro lugar. Siempre les decimos que el pueblo es pequeñito, que tiene su Ayuntamiento y su Iglesia del Renacimiento en cuyo interior se guarda alguna joya como es nuestra Virgen de los Dolores del gran escultor murciano Roque López; les comentamos que paseando pueden disfrutar de la Fuente de San Sebastián, hacerse unas fotos en el lavadero, subir al Balcón del Almanzora, que es el punto del Valle desde donde mejores vistas se disfrutan, tanto de día como de noche. Si seguimos paseando, tenemos antes del porche típico medieval, la entrada a la Villa, o el escudo de la Inquisición, que revela la importancia otrora de nuestro pueblo. Tras pasar por el porche, que todavía conserva en alguna de sus partes el techo de maderos, llegamos a la plaza del Mercado donde podemos tomar varias direcciones para seguir disfrutando del paseo por calles estrechas, empinadas y encaladas del blanco que tanto caracteriza a los pueblos de Andalucía.
Pero siempre en nuestra explicación sobre lo que es Somontín, nos dejamos lo mejor para el final. Somontín no es sus calles, sus fuentes y plazas; Somontín es su gente. Ese ha sido, es y será el mayor capital de esta tierra. Todo el pueblo es una gran familia que debe mantenerse unida para buscar el bien común de todos los vecinos. Cuando así lo hemos hecho el pueblo ha prosperado hasta llegar al Somontín actual.
Esta noche me gustaría compartir con vosotros alguno de mis recuerdos. Podría decir que los mismos se reparten a lo largo de tres generaciones; la de mis abuelos, la de mis padres y la mía propia. La felicidad se encuentra en esas tres dimensiones.
En el pueblo todos nos conocemos, y por tanto si alguien os preguntara de quién soy yo, podríais darle muchas opciones. Podíais decir que soy nieto de Juan Soledad y María “Hombrebien” o nieto de Juan Resina y Faustina la Chimeneas.
Esta noche no podía no mencionarlos, ya que a cada paso en el pueblo me vienen a la mente; si estoy en Triana echo en falta a mi abuela Faustina asomada al muro tostándose al sol como una veraneante más; cuando subo la cuesta de la Agüilla y veo el agua de la fuente no hay una vez en la que no recuerde a mi abuelo Resina y nuestras visitas con los cántaros en su burra a por agua. Al pasar por la plaza del Mercado, donde antaño estuviera el Palacio del Naranjo, siempre me quedo con las ganas de empujar la puerta de mi abuela María y darle una voz para esperar verla salir a mi encuentro. Eso sí, no la buscaras un domingo a las 10:30 porque ante el primer toque de campana ya estaba en su banco favorito, cerca del altar en la zona derecha. Hasta para eso a veces hay costumbres. Fue gracias a ella por la que, en uno de nuestros viajes al pueblo, coincidiendo a su vez con la visita del Señor Obispo de Almería a nuestra villa, éste aceptó celebrar mi bautizo en nuestra iglesia. Esa es una de las historias favoritas de mi madre, pero la dejamos en suspense para otro día.
De la generación de mis abuelos, hay un paisano que siempre es recordado por su longevidad, vecino de Triana, José Torres Requena, que llegó casi a los 102 años de edad. Mi abuela Faustina se aproximó con sus 94 añazos. Buena genética la de los Chimeneas, esa es mejor herencia que los bancales, horas de agua y casas. Mamá como buena Chimeneas que eres, superarás en edad a José Torres, no me cabe duda de ello. Al menos ese es mi deseo.
Y así damos el salto a la generación de mis padres, esa que abarrotáis el juego peloto con las comidas de la Tercera Edad, aunque estáis hechos unos chavales, esa que disfrutáis de la reciente jubilación bailando al son del acordeón de nuestro amigo Javi, esta noche presente en nuestras fiestas.
La verdad es que para mí es un orgullo que mi padre y mi madre sean los dos Somontineros. Mi madre siempre me dice que ella no cruzó nunca con mi padre un hola en su juventud, que no fue hasta que mi padre y mi tío Antonio Resina coincidieron en la mili cuando se saludaron casi por vez primera. Claro mi padre quedó prendado de la belleza y simpatía de mi madre y a ella no le pasó menos ante unos ojazos de aquel moreno al que de pequeño en el colegio de Somontín, Doña Lucía, su maestra de primaria le pedía sus ojos de bonitos que eran, y él con media lengua le decía que no podía dárselos…
Así se inició un noviazgo que tuvo que sobrellevar el salir a buscar trabajo a Alemania por parte de mi padre igual que muchos otros somontineros en los años 60 y 70. Eso sí que eran viajes intensos. Cuando me cuentan esos momentos vividos, la enseñanza que saco de los mismos, es que tenemos que cuidar de nuestro pueblo y movilizarnos todo lo posible para que las condiciones del presente faciliten el que los somontineros de hoy no tengamos que dejar nuestro querido pueblo, que demos facilidades a los que quieren quedarse y sigamos haciendo de nuestra villa un lugar en el que las futuras generaciones puedan crecer con el mayor número de recursos a su alcance.
Los años en los que mi padre se iba a Alemania coincidían con la decadencia de la minería en nuestro pueblo. Los jóvenes de ahora, por ejemplo, mis sobrinos, poco saben del pasado minero de esta tierra. Muchas familias cuentan en su árbol genealógico con un minero que trabajó el jaboncillo, si era blanco, de mayor calidad que el moreno. Nuestro paisano, Antonio Oliver Lorente, en su libro titulado “Minas de Somontín” nos dice: “Allá por el año de 1964, un buen día después de acabar la jornada en su trabajo, un minero que le llamaban Juan Resina pasó por este lugar. Y a muy pocos metros de esta mina, empezó a realizar una calicata, es decir, un hoyo en la tierra para probar el terreno, y ver si corren los talcos. A las pocas horas de estar trabajando, dio con un pequeño filón que fue de menos a más, siendo la mina más importante que ha tenido el Cerro del Águila hasta la fecha. Sacaron muchas toneladas de talco, blanco y moreno, durante varios años. Los propietarios de la mina eran Juan Resina, un hijo de éste y un cuñado suyo, llamado Juan Chimeneas … la única mina que quedó reinando fue la de Juan Resina. Aunque finalmente quedó parada”.
Volviendo a la generación de mis padres, decíamos que la mayoría ya estáis jubilados. Mis padres siempre tuvieron claro que tras la jubilación se instalarían en su casa de siempre, en Triana. Ninguna de las ciudades en las que han vivido de norte a sur de España les ha embaucado más que su propio pueblo, ni Vitoria, ni Sagunto, ni Cartagena. Nada estaba a la altura de Somontín. De mi infancia siempre recuerdo a mi padre contando los años, los meses, los días y casi las horas para poder volver a vivir en su tierra. Esa cuenta atrás nos marcó tanto a mi hermano y a mí, que como él, tenemos claro que llegado el momento nos instalaremos en la que antiguamente era la casa de la Pía en Triana.
Quiero aprovechar para seguir animando a los somontineros de la edad de mis padres a que sigan disfrutando de los momentos de comidas, bailes y ocio como lo han hecho hasta ahora. La mayor alegría para nosotros como hijos es veros disfrutar todo lo posible, ya que la vida son esos raticos. De raticos de fiesta entendemos mucho los de aquí. Empezamos el año con San Sebastián, le sigue la Semana Santa, San Marcos con el hornazo, San Juan, las fiestas de la Virgen de Agosto, nuestra Virgen del Rosario, la fiesta de la Benemérita en torno a la Virgen del Pilar, los Santos en noviembre con las castañas y el chimichurri, las hogueras de Santa Lucía y entonces llegan las navidades que terminan con la visita de los Reyes Magos a nuestra parroquia para entrega de regalos a niños y no tan niños. Y así vuelta otra vez a empezar un nuevo año de fiestas. Cada año vividas con la ilusión de ser las primeras, y es que el Somontinero sabe disfrutar de la fiesta como nadie. Eso se sabe aquí y en toda la comarca del Almanzora, ya que somos como las arquillas del turrón; vamos de fiesta en fiesta.
Esta noche, en este espacio al que diera nombre el escritor almeriense Francisco Villaespesa, hemos dedicado un recuerdo a los abuelos, a nuestros padres, pero también tenemos aquí a la generación de mis sobrinos, la de los Somontineros del futuro. Se les ve tal bondad para los jóvenes que son, que podemos decir que la esencia de nuestro pueblo va a seguir viva en ellos con mucha fuerza. Es admirable ver como se involucran en todas las tradiciones con la responsabilidad de los adultos. Hablo de niños como mi prima Trini Resina que toca la corneta con un arte que ya quisiéramos muchos adultos. Ellos representan la continuidad de nuestras tradiciones. Una de estas tradiciones, bien podría ser la de los nombres. Este ha sido un tema a debatir ante el nacimiento de un nuevo miembro de nuestra comunidad. En este caso hay dos opciones, o nos guiamos por la moda o por la tradición. Ambas opciones son estupendas, ya que el nombre no hace la persona, pero en el caso de mi casa, estamos encantados de que la tradición de alternancia entre Juan y Gervasio Cañabate siga viva desde más allá de los padres de nuestros tatarabuelos, en la persona de mi sobrino. Gervi, ahora a ti te toca tener un Juan Cañabate pequeño, pero tranquilo no tengas prisa que eres muy niño todavía.
Este repaso que hemos hecho a lo largo de tres generaciones, esperamos que sirva para destacar el amor que todos sentimos por nuestro pueblo, independientemente de edad o lugar de residencia. Y que tanto los de aquí como los que son acogidos de fuera en estos días de fiesta, disfrutemos de estar todos juntos con la alegría de saber que la felicidad reside en las pequeñas cosas, en los momentos que compartimos con familia y amigos. Disfrutemos pues del programa de fiestas que este verano 2018 el Ayuntamiento ha preparado para nosotros, exprimiendo cada momento como sólo un somontinero sabe hacerlo.
Pongamos el cierre a este humilde pregón todos juntos al grito de ¡Viva Somontín! ¡Vivan los Somontineros y Somontineras! y ¡Vivan las fiestas de la Virgen de Agosto!